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domingo, 21 de abril de 2013

Rutinas...


Sentada ante una taza de café me enrosco en mis pensamientos, divago libre sin falsos prejuicios... Me autoanalizo sin temor a lo que hallaré en el fondo de mi alma. No deseo autocompadecerme, pero hoy siento que la rutina me ahoga y nubla mis dias.
Hasta qué punto la rutina es buena o mala?. Por un lado me da seguridad , seguridad en los afectos, en lo social; me asegura que "mi mundo" sigue igual dia tras dia, sin nada que lo altere, y por ende todo es predecible. Por otro lado, me hastía que todo permanezca inalterable.
He llegado a la conclusión de que de nosotros depende que un acto sea o no rutinario.
Los actos negativamente rutinarios son como polillas que roen el entusiasmo de la vida. Según René Trossero, en su libro "Como luces en tu camino", nos dice que la rutina no es una consecuencia necesaria de lo acostumbrado y repetido, sino de lo que se vive sin apasionamiento.
No se vence y supera la rutina cambiando de lugar o actividad, sino cambiando la actitud ante la vida. La rutina no está en las cosas sino en tu corazón.
Los que aman viven apasionadamente lo repetido y acostumbrado.
No es la rutina la que mata el amor en las parejas, sino la falta de amor la que hace rutinaria la convivencia.
Tal vez convenga realizar un repaso general de mis rutinas, no para cambiarlas, sino para cambiar la forma de vivirlas.
El árbol se desnuda en el otoño y se viste en primavera. Siempre lo mismo. ¡Siempre la vida!. Y la vida nunca es rutinaria... ¿verdad?.

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